lunes, 30 de abril de 2012

Congreso brasileño propina fuerte golpe ambiental a Rousseff


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La batalla por el Código Forestal que ha durado años y que ha enfrentado al sector agroindustrial y a los ecologistas, es el resultado de una lucha de dos concepciones políticas: la de la defensa de la integridad de la selva amazónica contra el desarrollo agroindustrial.

Editor Rui Dong
11:53:51 2012-04-28 / spanish.china.org.cn
 (SPANISH.CHINA.ORG.CN) – Un duro golpe ambiental infligió el Congreso de Brasil al Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff al aprobar la reforma del Código Forestal, de 1965, que aprueba una amplia amnistía a los grandes terratenientes que hasta 2008 llevaron a cabo la deforestación de la Amazonía.

A solo unas semanas de la celebración en Río de Janeiro de la Asamblea de la ONU de la Tierra, la mandataria enfrenta ahora la presión de los ecologistas y la oposición, que le piden que vete la ley para no manchar la credibilidad del país en materia ambientalista en Rio+20, evento del que ella será la gran anfitriona y al que acudirán jefes de Estado de los cinco continentes para celebrar el 20 aniversario de la primera cumbre de la Tierra, señaló El País.

La batalla por el Código Forestal que ha durado años y que ha enfrentado al sector agroindustrial y a los ecologistas, es el resultado de una lucha de dos concepciones políticas: la de la defensa de la integridad de la selva amazónica contra el desarrollo agroindustrial de uno de los mayores productores de comida del mundo.

Con el nuevo estatuto quedan amnistiadas las multas por deforestación anteriores a 2008, aunque los agricultores y ganaderos deberán reforestar un área similar o conservarla en otras partes de la selva. Brasil defiende que ha reducido la deforestación a niveles de hace 40 años.

Según Greenpeace, los cambios “arrojan una sombra oscura a la reputación de Brasil como líder global en la lucha contra la deforestación y el cambio climático” y el nuevo Código “compromete los acuerdos internacionales que firmó el ex presidente Lula da Silva, en 2009, en la Cumbre de Copenhague”.

Dilma, ya antes de su llegada a la Presidencia, tenía su corazón dividido entre la defensa del Medio Ambiente y su filosofía de que uno de los ejes del desarrollo del país es el crecimiento agroindustrial.

Ella no ignora que, a pesar de las críticas que recibe Brasil por la destrucción de la Amazonía, aún un 61 por ciento de su territorio sigue protegido por ley y solo un 27 por ciento está dedicado a la agricultura. El sector agroindustrial representa el 37 por ciento del empleo nacional y el 27 por ciento del PIB (producto interior bruto), así como el 37 por ciento de las exportaciones brasileñas y tiene mucho poder entre diputados y senadores procedentes de las regiones del interior.

Al mismo tiempo, Dilma no puede dejar de escuchar el clamor internacional que no dejará de ver la amnistía a los deforestadores de antaño, como una luz verde a los grandes terratenientes para seguir robando espacio a los bosques de la Amazonía a favor de sus negocios.

La aprobación en el Congreso, contra la voluntad de la presidenta, del nuevo Código Forestal, ha sido posible debido a la fuerza que en él representa el llamado “lobby ruralista”, el grupo de diputados ligados a los grandes terratenientes gracias a cuyos favores son siempre reelegidos.

Lo que pocos discuten es la amnistía a los miles de pequeños agricultores que no tendrían posibilidad de pagar las multas ni de dejar sus tierras que son la única fuente de renta de sus familias y que al mismo tiempo suponen una importante contribución a la producción de alimentos y ganado del país, concluyó el diario español.

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